Marcel Dinahet: Burning the Boats

30.01.15 – 07.03.15

Marcel Dinahet 'Brûler ses Vaisseaux/Quemar las Naves' solo show at Alliance Française, Bogota, Colombia 13.02.15 – 26.03.15, installation view (detail)

(image: Marcel Dinahet 'Brûler ses Vaisseaux/Quemar las Naves' solo show at Alliance Française, Bogota, Colombia 13.02.15 – 26.03.15, installation view, detail)

Sobre el mar.

Un barco en llamas navega a la deriva sobre un mar tranquilo en el ardiente atardecer. A pesar de la ausencia de referencias de escala, se puede adivinar, por el fuerte vaivén al que está sometida, que se trata de una embarcación de dimensiones modestas. Es el momento del paso entre el día y la noche, cuando la luz colorida del crepúsculo cede al negro, en el tiempo estricto del rodaje, un solo plano, sin montaje, sin la más mínima anécdota visual. El barco arde desde el interior, sin que su casco metálico ceda a los asaltos del fuego.

Un barco en llamas navega a la deriva sobre un mar tranquilo en el pálido atardecer. La humilde carcasa de madera se consume lentamente hasta que sus brasas enrojecen, una vez se han extinguido las llamas. Al irse consumiendo pareciera un drakkar cuya proa levantada se alza semejante a un cuello de pollo desplumado. Según el encuadre, el navío ocupa a veces una superficie cerrada sobre ella misma, el mar; otras veces se divisa la línea del horizonte, un cabo cuya extremidad dibuja una línea oblicua negra en el paisaje. Desde comienzos de los años 90, cuando Marcel Dinahet sometía su escultura a través del video a la prueba del tiempo, y cuando sumergía en el agua objetos que iba a filmar, ya no había vuelto a recurrir a la fabricación de artefactos tridimensionales. Fue necesario sin duda que un evento importante surgiera en su camino para que decidiera concebir otros. Sus primeras esculturas, primero elaboradas y luego reducidas a simples piedras, instauraban la presencia, aunque fuese inaccesible. Los barcos que arden se encuentran, en lo que a ellos respecta, en el largo linaje de los rituales, tan intemporales como plasmados en la existencia específica de los hombres. Y esta piedra que colocaba en la inmortalidad de los fondos submarinos o lacustres, he aquí que la vuelve a probar, bajo forma humana sin embargo; una imbricación de tres cuerpos de bailarines cuya lenta compacidad rueda sobre un suelo inmenso como el mar, antes de desaparecer poco a poco en la sombra del fondo, semejante a un crepúsculo cuya dimensión temporal revestiría de nuevo los emblemas del espacio.

Jean–Marc Huitorel, Rennes el 5 de diciembre 2014

"Regarder la mer c'est regarder le tout" Marguerite Duras, l'Hôtel des Roches Noires, Trouville, France.

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